Gernardo hernandez y la mentira

En el colmo del surrealismo tropical, Gerardo Hernández —el mismo de los “Cinco Héroes” reciclado ahora como influencer oficial del Partido Comunista— ha declarado con total solemnidad que Europa es un “continente fallido”. ¿La razón? Un apagón de apenas unas horas en España y Portugal. Así, sin ruborizarse, ni una pestaña temblándole, ni un abanico encendido en la mano.

La afirmación llegó justo después del corte eléctrico que afectó brevemente a gran parte de la península ibérica. La falla fue solucionada con rapidez, sin discursos, sin culpables imaginarios y, lo más chocante para cualquier cubano: con una disculpa pública a los ciudadanos.

Pero desde su torre de control político, Gerardo lanzó la frase lapidaria:

“Esto demuestra que el modelo europeo está agotado.”

Y lo dijo serio. Como si no viviera en un país donde la luz es una especie en extinción, donde los apagones no se miden en horas sino en estaciones del año, y donde el único modelo que parece estar verdaderamente agotado… es el cubano.

Crónica de un cinismo anunciado

Mientras millones en la isla cargan con velas, linternas de mecánicos y abanicos manuales, Gerardo da lecciones sobre fallas ajenas. Mientras los hospitales en Cuba funcionan a golpe de plantas ruidosas —cuando hay combustible— y los estudiantes hacen exámenes a la luz de un móvil prestado, el vocero del castrismo cree que una caída temporal de la red eléctrica europea es el apocalipsis del capitalismo occidental.

La doble moral no necesita energía. Funciona sola. Y en Cuba, parece que tiene paneles solares instalados en cada buró del poder.

La reacción popular: sarcasmo en estado puro

Las redes sociales, ese espacio donde el cubano canaliza frustración con humor, no tardaron en estallar:

  • “Si Europa es un continente fallido, ¿Cuba qué es? ¿Un apocalipsis tropical patrocinado por velas San Lázaro?”
  • “En España se fue la luz un ratico. En Cuba no ha regresado desde los 90.”
  • “Gerardo, mi rey, tú hablas desde tu aire acondicionado, ¿verdad?”

No hay nada más potente que la ironía bien fundamentada. Porque mientras Gerardo pontifica, en los barrios cubanos la gente sigue apuntando en libretas los horarios de apagón, cocinando con leña y aprendiendo a distinguir el sonido de una planta eléctrica como quien reconoce una canción de Silvio.

El discurso que no apaga la realidad

Resulta grotesco que quienes gobiernan un país sumido en crisis permanente se den el lujo de dictar sentencias sobre el fracaso ajeno. Si Europa está “agotada”, entonces Cuba está en coma. Pero claro, esa parte no sale en las declaraciones oficiales.

Aquí el apagón no es noticia: es rutina. Se viste con eufemismos como “mantenimiento programado” o “déficit de generación”, pero es lo mismo: tinieblas para el pueblo. Mientras tanto, la cúpula vive en una isla paralela, donde no faltan ni la corriente, ni el agua, ni la seguridad. Solo falta contacto con la realidad.

¿Y el modelo cubano?

Lo verdaderamente agotado es el modelo que obliga a un país entero a acostumbrarse a sobrevivir. Un sistema que premia al que repite consignas mientras castiga al que pregunta. Que exporta moralismo y resistencia, pero no logra garantizar lo básico.

Porque si Europa falló por un apagón de unas horas, Cuba lleva décadas suspendida en un eterno blackout moral, institucional y eléctrico. La diferencia es que allá la corriente vuelve. Aquí, la esperanza no.

Conclusión: cuando la batería ideológica está más cargada que el refrigerador

Gerardo Hernández, con su declaración, no hizo más que recordarnos esa vieja costumbre oficialista: criticar con fuerza lo que no se puede resolver en casa. Señalar la paja en el ojo europeo, mientras ignoran el generador roto, el cable quemado y el país a oscuras.

Europa no será perfecta, pero tiene algo que falta en la isla: voluntad de funcionar. En cambio, Cuba sigue avanzando con retroceso, mientras los voceros del poder encienden su micrófono, aunque el pueblo no tenga con qué encender una bombilla.

Y así seguimos: sin luz, pero con discurso. Sin gasolina, pero con ideología.
El Cubano Rebelde seguirá alumbrando, aunque sea con la pantalla del celular.

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