
La Unión Eléctrica de Cuba (UNE), siempre puntual para entregar malas noticias, ha anunciado un nuevo episodio de apagones programados que promete convertir el día a día de los cubanos en una serie de veladas a la luz de las velas. Según el último parte oficial, el país enfrentará un déficit eléctrico de 1,620 MW, con una posible afectación de hasta 1,690 MW. Para ponerlo en términos más simples: prepárate para apagar el ventilador, el televisor y, probablemente, las pocas esperanzas que te quedaban de pasar una noche sin sudar.
Cifras que no cuadran
La disponibilidad real del sistema eléctrico será de apenas 1,780 MW, mientras que la demanda en horario pico superará los 3,400 MW. Es decir, Cuba está operando con casi medio país apagado en términos de megawatts. Y aunque las matemáticas parecen simples, las soluciones no lo son tanto.
La UNE, fiel a su estilo, asegura que “los responsables están trabajando duro”… en preparar el próximo parte informativo. Porque si algo no falla en Cuba es la puntualidad de los informes de déficit eléctrico. Y mientras los técnicos prometen estar analizando soluciones, los cubanos han pasado de preguntarse “¿Cuándo se restablecerá el servicio?” a “¿Cuándo será el próximo apagón?”.
Alternativas a la oscuridad: ironía y resistencia
En un país donde el ingenio es el único recurso inagotable, la creatividad popular no tarda en aflorar. Ante la crisis energética, fuentes no confirmadas —pero plausibles— aseguran que ya se estudia legalizar el uso de velas como método oficial de iluminación nacional, bajo el inspirador eslogan: “Con la luz de Martí y una vela de palma, venceremos.”
Mientras tanto, los cubanos implementan estrategias de supervivencia que parecen sacadas de un manual de resistencia urbana: ducharse a oscuras, cargar el móvil en el trabajo (si hay corriente) y hacer espiritismo colectivo para invocar un futuro con inversión extranjera o, al menos, una planta eléctrica que arranque.
En las redes sociales, el humor negro se convierte en una válvula de escape. Memes, chistes y reclamos se multiplican a la velocidad de la desesperación. Y aunque las quejas no encienden bombillos, al menos iluminan la indignación.
¿Qué dice la UNE?
La UNE, por su parte, no ofreció detalles sobre cuándo se recuperará el sistema. Sin embargo, garantizó que la información será actualizada a diario, porque al menos el parte de apagones nunca se va a apagar. La lógica parece ser: si no podemos encender las luces, al menos mantendremos encendidos los informes.
Pero más allá del sarcasmo, la situación es crítica. La falta de inversión en infraestructura energética, el deterioro de las plantas generadoras y la ausencia de fuentes alternativas de energía están llevando al sistema eléctrico cubano al borde del colapso. Y mientras el gobierno promete soluciones, el ciudadano de a pie sigue esperando en la oscuridad, con una vela en la mano y una pregunta en la mente: ¿Hasta cuándo?
Una crisis que se extiende más allá del kilovatio
La crisis energética no solo afecta a los electrodomésticos. Cada apagón implica también la paralización de servicios esenciales: hospitales que dependen de generadores, negocios que pierden ventas, alimentos que se echan a perder por falta de refrigeración. Y a nivel social, la frustración crece.
En un país donde las promesas gubernamentales se acumulan como el polvo en los ventiladores apagados, la sensación de abandono se convierte en el verdadero apagón. Porque si bien la UNE promete actualizaciones diarias sobre la situación, lo que realmente esperan los cubanos es algo más que un informe: esperan una solución que encienda el país, no solo los titulares.
Desde Cubano Rebelde, la recomendación es simple: mantén la calma, carga el teléfono siempre que puedas y abraza la oscuridad como parte del paisaje nacional. Porque, al paso que vamos, el apagón no es un accidente, es un estilo de vida.