Sandro casto y con filo

Sandro Castro, el nieto del fallecido Fidel Castro, ha vuelto a encender las redes sociales en Cuba. Pero esta vez no por acelerar un Mercedes-Benz en plena crisis de combustible, sino por acelerar la indignación popular desde la comodidad de un iPhone 15. Mientras el país lidia con apagones, escasez de alimentos y una conectividad intermitente, Sandro parece vivir en un universo paralelo, transmitiendo su “autenticidad” con aire acondicionado y datos móviles ilimitados.

El contraste que duele

En un país donde la mayoría de los cubanos debe hacer malabares para cargar el móvil con 2 rayas de señal y un plan de datos cada vez más caro, ver a Sandro Castro exhibir su vida de privilegios es un golpe directo a la paciencia nacional. “No hay comida, no hay luz, no hay internet… pero tenemos a Sandro en HD burlándose desde un iPhone 15”, escribió un usuario en Twitter, reflejando el sentir general.

La ironía es evidente. Mientras el discurso oficialista insiste en la austeridad, el sacrificio y la resistencia, los herederos del poder parecen vivir en una realidad paralela, una en la que el socialismo solo aplica para el resto del país. Y es precisamente esa desconexión lo que ha desatado una ola de críticas y sarcasmo en redes sociales, donde Sandro Castro se ha convertido en el blanco perfecto para memes, burlas y pedidos de rendición de cuentas.

La propuesta que no llegará a la televisión

En medio del clamor popular, una propuesta ha empezado a tomar fuerza: “Que hagan un episodio de Con Filo hablando de Sandro… pero sin editar tanto, que se diga todo.” La idea ha sido tan bien recibida que incluso ya circula un título sugerido para el programa:

📺 “Nietos en Revolución: la cuna donde el filo no corta.”

Sin embargo, fuentes cercanas a la producción del programa aseguran que ese tema “no entra en la línea editorial”, dado que Con Filo está diseñado para atacar a los enemigos externos de la Revolución, no a los que nacen sobre ella con aire acondicionado, coche de lujo y pasaporte europeo. En otras palabras, el filo del programa corta en una sola dirección, y Sandro Castro está cómodamente ubicado en el lado seguro de la navaja.

La Revolución de los nietos: ¿herederos o parásitos?

El caso de Sandro Castro no es un hecho aislado, sino un síntoma de un problema más profundo. En un país donde el discurso oficial sigue hablando de sacrificio y resistencia, los herederos de la cúpula revolucionaria exhiben una vida de lujos que no guarda ninguna relación con la realidad de la mayoría de los cubanos.

Y no es solo Sandro. La nueva generación de hijos y nietos de dirigentes revolucionarios parece haber heredado no solo los privilegios del poder, sino también la desconexión con el pueblo que dice representar. Mientras los ciudadanos de a pie deben enfrentarse a colas interminables, apagones y falta de alimentos, ellos pasean en coches importados, lucen relojes de lujo y disfrutan de un nivel de vida inalcanzable para el resto.

Sandro y la gira por Instagram: lecciones de vida desde la comodidad

En lugar de asumir una postura más discreta —o al menos menos provocativa—, Sandro Castro sigue su gira por Instagram, repartiendo lecciones de vida como si no fuera parte del problema. Sus publicaciones, lejos de generar empatía, solo agravan la indignación popular. Porque mientras él ofrece “consejos” sobre cómo vivir la vida, la mayoría de los cubanos apenas puede pensar en cómo sobrevivir al próximo apagón.

La cuestión no es solo lo que dice, sino lo que representa: un recordatorio constante de que, en la Cuba de hoy, los apellidos pesan más que el talento, las conexiones valen más que el esfuerzo y los lujos de unos pocos se sostienen sobre los sacrificios de muchos.

Mientras tanto, el pueblo aguanta…

Y mientras Sandro sigue acumulando seguidores en Instagram, el pueblo sigue acumulando frustraciones en silencio. Porque, al final del día, en Cuba se puede criticar a los enemigos externos, pero nunca a los herederos del poder.

Desde Cubano Rebelde, la recomendación es clara: mantén el filo, pero no lo dirijas hacia el lado equivocado. Porque los cuchillos, al igual que las injusticias, cortan mejor cuando se usan con precisión.

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