
Cuando hasta los bastiones se rentan y los discursos entran en fase de “actualización normativa”
La Habana, Cuba – ¿Se alquila o no la Tribuna Antimperialista José Martí? Esa es la pregunta que ha dejado patinando tanto a periodistas oficialistas como a dirigentes locales, en una nueva entrega de “Cuba dice una cosa, pero también la contraria”. El escenario de esta tragicomedia tropical no podía ser otro que la mítica tribuna frente a la Embajada de Estados Unidos: aquel lugar sagrado donde Fidel agitaba su dedo, se lanzaban proclamas y se coreaba “¡Cuba sí, yanquis no!” con más fuerza que lógica.
Hoy, ese mismo sitio podría ser tuyo por la módica suma de 28,000 CUP diarios. Con aire acondicionado, camerinos y todo. ¿Ideología? Se alquila aparte.
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Todo comenzó con una nota publicada por Cubadebate, ese portal que dice que es del pueblo, pero que suena cada vez más a catálogo inmobiliario del MINCIN. En un contenido patrocinado (porque incluso el comunismo necesita sponsors), el medio oficialista promocionó el alquiler de la Tribuna Antimperialista para eventos privados, empresariales y culturales, con tarifas desglosadas como en una página de Airbnb, pero con menos transparencia.
Entre salones climatizados y espacios “multiusos”, el texto hablaba de una “adecuación a las actualizaciones normativas de la política económica”. Traducción: el símbolo ya no da votos, pero puede dar pesos.
🧱 Pedro Lizardo y la negación revolucionaria
Pero cuando parecía que el Estado ya aceptaba su nueva faceta de arrendador del símbolo, Pedro Lizardo Garcés Escalona, presidente del Consejo Popular Rampa, apareció para decir: ¡Eso es mentira! ¡La Tribuna no se alquila! ¡Es del pueblo y de Fidel! ¡Seguimos en combate!
La declaración la publicó en su cuenta de Facebook, donde entre memes patrióticos y frases de Martí, juró que la tribuna seguirá siendo “espacio de denuncia y trinchera ideológica”. Según él, cualquier intento de alquilarla es, en esencia, una herejía revolucionaria… aunque lo haya dicho un medio estatal con sede a tres cuadras de su oficina.
🏗️ Historia del símbolo… hasta que dejó de serlo
Recordemos que la Tribuna Antimperialista fue construida en el año 2000 como respuesta apasionada (y algo arquitectónicamente imprudente) a la entonces Oficina de Intereses de EE.UU. Allí se libraron batallas simbólicas como los conciertos de Silvio, las marchas de los pioneros y las cadenas humanas con carteles plastificados de “¡Free the Five!”
En 2019, fue parcialmente remodelada: se eliminaron las estructuras corroídas por el salitre, se hicieron nuevos salones y se instaló una bandera de hormigón tan pesada que parece diseñada para que no ondee ni con viento huracanado. Aun así, las autoridades aseguraron que la esencia combativa no se perdería.
Spoiler: se perdió. La sustituyó una tarifa diaria en CUP y una oficina con aire acondicionado.
💸 Del bastión a la oficina de eventos
El discurso actual intenta sostener la retórica épica (“bastión antiimperialista”, “escenario de la Batalla de Ideas”) mientras pone en alquiler el escenario de fondo. Es como si alguien quisiera rentar la catedral de Notre Dame como salón de fiestas, pero sin dejar de venderla como templo espiritual.
La contradicción ya no es anecdótica, es sistémica: mientras se exaltan los valores fundacionales, se aplica el Excel. Mientras se convoca a defender la Revolución, se subasta el decorado. Y mientras se niega la crisis, se monetiza el símbolo.
🧠 ¿Qué está pasando en realidad?
- Cubadebate dice: “Alquilamos la Tribuna para sobrevivir”.
- Pedro Lizardo dice: “Mentira, es del pueblo y del Comandante”.
- El pueblo dice: “¿Y si hago una boda ahí con buffet y trencito infantil?”
En el fondo, no es una disputa entre ideología y mercado, sino entre quién controla la narrativa. La Tribuna Antimperialista es un espacio físico, sí, pero también un relato. Y ese relato hoy se tambalea entre la necesidad de ingresar dinero y la vergüenza de admitir que hasta los mitos patrios están a la venta.
🧾 Epílogo: ¿Se alquila o no?
La respuesta sigue difusa, como tantas otras cosas en Cuba. ¿La Tribuna está en alquiler? Según Cubadebate, sí. Según el dirigente del barrio, no.
Y mientras ellos se contradicen, la realidad se impone: el símbolo ya no es trinchera, es tarima de ocasión.
En un país donde todo es posible menos admitir la verdad sin rodeos, la Tribuna Antimperialista ahora sirve como espejo de la Revolución: un monumento del pasado, maquillado de presente, y desesperado por sobrevivir al futuro.