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9 de mayo de 2025 — Cuba

Mientras el sol apenas despuntaba, el peso cubano ya estaba cayendo. No de la cama, claro, sino de su valor frente al resto del mundo. En otra gloriosa jornada de “economía de resistencia creativa”, el mercado informal (ese que oficialmente no existe, pero manda más que el Banco Central) amaneció reportando cifras de infarto:

Dólar: 370 CUP
Euro: 385 CUP
MLC: 265 CUP

Sí, usted leyó bien. No es ciencia ficción ni un capítulo nuevo de Black Mirror. Es Cuba, donde el único billete que sube… es el que se va volando.

¿Y el Banco Central, dónde está?

En su propio universo paralelo, el Banco Central sostiene que:

  • Compra USD: 24 CUP
  • Venta USD: 120 CUP

O sea, si usted tiene un dólar, es casi millonario (en el papel). Pero si quiere comprar uno, prepárese: colas eternas, trámites interminables y quizás hasta venderle el carro a un primo imaginario que vive en el extranjero.

Reflexión revolucionaria del día

“El peso cubano no se devalúa… se inmola con elegancia.”
— Anónimo, pero seguramente dicho en la cola de una Cadeca.

Análisis económico rápido (y doloroso)

  • Si vende un euro: Almuerza con bistec, papas fritas y quizás un jugo.
  • Si compra un euro: Cena con pan duro y lágrimas.
  • Si solo tiene CUP: Bueno, al menos respira… por ahora.

¿Y los expertos qué dicen?

Silencio absoluto. Al parecer, los economistas están ocupados en el agro, tratando de comprar una cebolla a 500 pesos la libra o buscando un tomate que no cueste como una recarga internacional. Entre tanto, las autoridades guardan compostura mientras el pueblo se ajusta el cinturón (o lo vende, porque ya no hay nada que sujetar).

El peso, ese bailarín sin orquesta

En resumen, el peso cubano sigue su descenso elegante, como un bailarín del Ballet Nacional… pero sin coreografía, sin orquesta y, lamentablemente, sin zapatos. Porque en esta pista de baile, cada paso vale caro, y cada día es un ensayo improvisado para mantenerse de pie.

Mientras tanto, en las calles, el cubano de a pie hace lo que siempre ha sabido hacer: resistir, sobrevivir y, de paso, soltar un chiste para que la tristeza pese menos que el billete.

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