
En la Cuba de hoy, el peso cubano parece haber decidido seguir una dieta tan estricta que ya casi ni se le ve. En el mercado informal, ese espacio donde la realidad económica se dibuja sin maquillaje, el dólar estadounidense se cotiza alrededor de 368 CUP, el euro a 385 CUP y el MLC (Moneda Libremente Convertible) a 265 CUP.
Mientras tanto, el tipo de cambio oficial se mantiene obstinadamente en 24 CUP por dólar, mostrando una estabilidad que, sinceramente, solo existe en los sueños de algunos economistas estatales y documentos oficiales.
Frente a esta realidad cambiante, los cubanos han adquirido habilidades que bordean el arte y la ciencia:
- Matemáticas avanzadas a diario, para calcular exactamente cuántos pesos les hará falta para comprar un cartón de huevos o para alcanzar la última ganga.
- Geografía económica útil para conocer cuáles son las esquinas o barrios donde el dólar o el MLC se cotizan mejor y, así, sacar el mayor provecho.
- Resiliencia extrema, porque en una economía donde el dinero vale mucho menos que el papel en que está impreso, vivir el día a día es, en esencia, un acto de valentía y creatividad constantes.
En resumen, el peso cubano sigue desvaneciéndose en un proceso casi mágico hacia la invisibilidad, mientras los cubanos hacen malabares para estirar cada centavo, convertir cada moneda en un recurso, y darle valor a lo que, oficialmente, pareciera no tenerlo.
Bravo por ellos, porque ese talento para sobrevivir y reinventarse es, hoy más que nunca, el verdadero tesoro de la isla.