Nuevo papa es anunciado (9)

Zapatos dorados y glamour en tierra de apagones

Lis Cuesta, autoproclamada “primera dama visible” de Cuba tras más de medio siglo sin una figura femenina en el poder mediático, ha sabido hacerse notar… aunque no siempre por las razones correctas.
Su última aparición (pasarela) con zapatos dorados tan brillantes que podrían servir de faro en medio de un apagón no ha pasado desapercibida en redes sociales. Si el protocolo exige elegancia, ella parece haberlo confundido con un catálogo de carnaval.
Brillan los zapatos, pero no la sensatez.

Relojes suizos y carteras de lujo: ¿pasarela revolucionaria?

Mientras los cubanos hacen colas eternas por pan y jabón, la Machi ha sido vista portando relojes suizos de miles de euros y bolsos de marca que jamás se han vendido en la red de tiendas en MLC.
Sus accesorios gritan “glamour”, pero el pueblo escucha “descaro”. La pregunta que flota en el aire (y en los comentarios) es la misma:
¿Con qué salario se paga un Louis Vuitton en un país con salario mínimo de miseria?

Vestidos patrios… sin gracia

Durante la visita de los Reyes de España en 2019, Lis Cuesta se presentó con un vestido tipo guayabera gris, obra de la marca Dador. El intento de representar la moda nacional fue aplaudido por unos pocos… y criticado por muchos más.
El atuendo fue calificado como “sin forma”, “fuera de lugar” y “más apropiado para un domingo en casa que para un acto de Estado”.

Otro de sus célebres desaciertos fue el vestido de muselina negra con mangas estampadas que lució en Argentina. La combinación parecía una mezcla entre un disfraz de abuela moderna y una servilleta mal planchada.

Una pasarela que pisa la dignidad

Lejos de proyectar liderazgo o sobriedad, las apariciones públicas de Lis Cuesta han terminado siendo una pasarela improvisada donde el buen gusto es opcional y la coherencia, inexistente.
Su constante obsesión con destacar —a cualquier costo— ha terminado eclipsando incluso al propio Díaz-Canel, lo cual ya es decir bastante.

Entre brillos y sombras: la pasarela del privilegio

En una Cuba donde las mayorías visten lo que aparece y no lo que desean, cada tacón lujoso y cada blusa de diseñador no es solo un desatino estético: es una provocación.
La Machi no solo viste mal. Viste mal… y encima caro. Un doble crimen en un país donde la estética revolucionaria, al menos, prometía modestia.

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