
En Cuba, el desabastecimiento de combustible se ha vuelto crónico: no hay gasolina para un carrito de helado, mucho menos para el transporte público. Sin embargo, cada Primero de Mayo ocurre un curioso fenómeno: “aparecen” guaguas, choferes y combustible como por arte de magia. No es para llevar a enfermos al hospital, ni a estudiantes a la escuela, ni a trabajadores a sus centros laborales: es para llenar la Plaza de la Revolución y montar el espectáculo político de rigor.
El quid del asunto: combustible selectivo
Durante los últimos meses, las paradas de ómnibus se han convertido en escenarios de frustración diaria. Cubanos que esperan horas bajo el sol o la lluvia, improvisan “aventones” o gastan lo poco que tienen en un almendrón particular. Mientras tanto, decenas de guaguas oficiales surcan las avenidas rumbo al desfile del Día del Trabajador, perfectamente abastecidas. El contraste desata la ironía popular:
“Llevo tres días sin poder llegar al trabajo porque no hay guaguas, pero ahora me vienen a decir que tengo que ir al desfile. ¿Y dónde está la gasolina para mí?”, se queja una maestra habanera.
Teatro político con efectos especiales
El Primero de Mayo en Cuba no es una fiesta espontánea ni una muestra genuina de la fuerza laboral: es un montaje planificado hasta el mínimo detalle. Los camiones, camiones ligeros y guaguas que transportan a los participantes reciben prioridad absoluta en el racionamiento de combustible. A cambio, la imagen oficial refleja un “pueblo unido y feliz”, coreando consignas y ondeando banderas bajo la atenta mirada de las cámaras estatales.
Este teatro político usa como escenografía la misma ciudad que, fuera de la Plaza, muestra grietas en las calles, apagones programados y colas interminables por alimentos. El mensaje implícito es: “Aquí todo funciona… cuando el régimen lo decide”.
La voz del cubano “de a pie”
En las esquinas y los portales, la opinión circula con más rapidez que la prensa oficial. Los cubanos comentan con sarcasmo la paradoja:
- “Nos quitan la guagua para ir al trabajo, pero hay guaguas para el circo.”
- “La revolución no se detiene… salvo cuando necesitamos luz, agua o transporte.”
Esa voz, aunque no sale en la televisión estatal, es la que realmente retrata el humor y la resignación de quienes deben ingeniárselas para sobrevivir cada día.
¿Para quién es la celebración?
El Primero de Mayo debería honrar al trabajador: reconocer su esfuerzo, mejorar sus condiciones y garantizar sus derechos. En Cuba, sin embargo, la jornada se convierte en un desfile de apariencias. El combustible para el pueblo escasea, pero sobra para la propaganda. Los aplausos se reservan para la imagen oficial, mientras la ciudadanía aplaude con el estómago vacío.
Luces y sombras de una isla en vilo
En la Cuba real —la que no sale en los noticieros— el Primero de Mayo es un recordatorio de contradicciones: un pueblo que trabaja sin recursos y un régimen que moviliza recursos solo para su espectáculo. La verdadera función no está en la Plaza, sino en las calles donde la gente sigue esperando una guagua, una luz o una esperanza que no llegue de un día feriado, sino de un cambio auténtico en las prioridades nacionales.
Mientras tanto, El Cubano Rebelde seguirá contando la otra historia: la de quienes viven Cuba, no solo la representan.